Aproximadamente un 90% de las muertes por cáncer de mama se producen por la metástasis, que es el nombre que recibe el proceso por el que las células cancerígenas se separan de su lugar de origen y viajan por los sistemas circulatorio y linfático para formar nuevos tumores en otras partes del organismo.
Frente a esta enfermedad, un grupo de especialistas israelíes estaban investigando los mecanismos de la metástasis, y en concreto uno (los invadopodios, una especie de protrusiones similares a patas que las células cancerígenas utilizan para invadir el tejido sano circundante) cuando descubrió la que puede ser una de las claves para detener el proceso metastásico, consignó el medio académico Oncogene.
Concretamente, descubrieron que las células que desarrollan estos invadopodios muestran niveles sospechosamente aumentados de dos proteínas (Pyk2 y cortactina) y que si la célula perdía su habilidad para producir la primera de estas proteínas no se producía metástasis.
No sólo eso, sino que fueron capaces de determinar el segmento molecular concreto de las proteínas que permite su interacción. Este segmento, que constituye un péptido (un 'fragmento' de una proteína) podría tener potencial farmacológico.
Y es que los autores del trabajo sintetizaron dicho péptido en el laboratorio y se lo administraron a ratones con cáncer de mama, para comprobar sus efectos sobre la metástasis del cáncer. De esta forma, observaron que el péptido 'competía' con la proteína Pyk2 natural por la 'atención' de la cortactina disponible, efectivamente bloqueando el acceso de la Pyk2 a la misma, Esto inhibía la formación de invadopodios y, como resultado, se produjeron muchas menos metástasis.
La idea, ahora, es desarrollar un medicamento capaz de inhibir la metástasis del cáncer de mama y, así, mejorar la calidad y la esperanza de vida de las pacientes con cáncer de mama.