El diputado Cristóbal Urruticoechea, del Partido Republicano, se encuentra bajo escrutinio tras revelarse que su expareja utilizó indebidamente una tarjeta del Congreso para cargar combustible en un vehículo privado durante cinco años.
En una entrevista de Ciper, la exmujer Tamara Küpfer relató que el diputado le aseguró que lo que ella gastara en bencina, sería restituido por él a la Cámara mensualmente. En esa línea dijo que fijaron un monto de consumo de combustible mensual, que el parlamentario descontaba de los recursos que le entregaba a su señora para los gastos de la casa. Pero, cuando se difundió el reportaje (el 2022) sobre el mal uso de estas tarjetas, ella se percató que Urruticoechea no había restituido esos fondos.
Este caso hoy está siendo investigado por la fiscalía ya que podría incurrir en un delito. Pese a que Urruticoechea estuvo este miércoles en el Congreso Nacional, evitó referirse al tema.
Según declaraciones de Küpfer a Ciper, la entrega de la tarjeta se justificó en su momento como una medida de «comodidad», permitiendo así que el gasto en combustible, que debió ser destinado exclusivamente a actividades legislativas, se extendiera a uso personal y familiar.
La respuesta institucional no se hizo esperar. La diputada independiente Mónica Arce tomó cartas en el asunto, enviando a Urruticoechea a la Comisión de Ética de la Cámara de Diputadas y Diputados.
Arce calificó la situación de «realmente grave», subrayando la necesidad de una sanción adecuada y de una rendición de cuentas por parte del diputado hacia sus electores. «No podemos pasarlo por alto», afirmó, señalando las implicancias potencialmente delictivas de este acto.
Cabe destacar que el auto que usa Tamara Küpfer y su RUT quedaron consignados en el sistema de la Cámara de Diputadas y Diputados. En tanto que el consumo de combustible a nombre del diputado Urruticoechea se registró entre mediados de 2018 hasta noviembre de 2022.
La diputada Ana María Bravo, presidenta de la comisión de Ética comentó que el legislador de oposición arriesga una serie de sanciones, siendo la más gravosa la censura y un multa de hasta el 25% de su dieta líquida.
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