Un estudio realizado por la docente de la Universidad de Chile y doctora en neurociencia, Alexia Nuñez, reveló los efectos devastadores en la calidad de vida y salud mental entre quienes perdieron el olfato como consecuencia del Covid-19.
La doctora en neurociencia por la Universidad de Maryland, Alexia Núñez, afirmó que la pérdida de olfato sufrida por algunas personas como consecuencia de haber contraído Covid-19, les ha significado un dramático deterioro en la calidad de vida, al extremo que cerca de la mitad manifiesta algún síntoma asociado a cuadros depresivos.
Si bien la mayoría de los pacientes con Covid-19 que pierde el olfato por la enfermedad logra recuperarlo, existe un 5% de personas que no lograron hacerlo.
Y del 95% restantes, donde el 80% lo recupera en un periodo de 1 a 3 meses, hay quienes manifiestan que su olfato volvió con anomalías como permanentemente sentir malos olores.
Nuñez indicó que estos últimos, perciben todo el tiempo como si hubiese algo repugnante. “(Sienten olor) a podrido, a plástico fundido, gasolina y cosas así. Entonces, ya no se trata solo de no tener olfato, sino estar todo el día oliendo cuestiones que provocan rechazo, una condición que se conoce como parosmia”, afirmó.
Debido a los trastornos olfatorios, subraya, muchas veces, quienes se encuentran en esta condición, “entran en depresión, tienden al aislamiento social, e incluso se han intentado suicidar.
“Gatillan una serie de efectos. Puede provocar anorexia o bulimia. La persona puede comer obsesivamente para tratar de sentir algo. O prácticamente, no comer, porque no siente nada. Se aíslan socialmente y se distancian de sus parejas, porque la relación íntima también depende en parte del sistema olfativo. Toda esa situación conlleva finalmente a la depresión. No es que específicamente la pérdida del olfato genere la depresión, pero sí puede desencadenar una serie de eventos que lleven a eso” añade.
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