Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, en el sur de México, fue asesinado a menos de una semana de haber tomado posesión de su cargo, según informaron las autoridades el domingo 6 de octubre. Se trata del último de una serie de ataques contra políticos en el país latinoamericano, azotado por la violencia.
El asesinato de Arcos, "nos llena de indignación", escribió en las redes sociales la gobernadora del estado de Guerrero, Evelyn Salgado, sin dar más detalles sobre las circunstancias.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), del cual Arcos era miembro, calificó el hecho como un “cobarde crimen” y exigió justicia.
Este episodio resalta el gran problema de violencia que enfrenta el estado de Guerrero, conocido por ser uno de los más afectados por la actividad de cárteles de la droga debido a su ubicación estratégica en la costa del Pacífico.
Desde que el Gobierno de México implementó el despliegue militar para combatir el narcotráfico en 2006, más de 450,000 personas han sido asesinadas y decenas de miles han desaparecido.
Los políticos, especialmente a nivel local, suelen ser blanco de la violencia vinculada a la corrupción y el tráfico de drogas en varios estados de México.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se refirió al tema en su rueda de prensa matutina del lunes, en la que dijo que desde la Fiscalía de Guerrero se están haciendo las investigaciones necesarias para dar con el móvil y los autores del asesinato.
También dijo que, por el momento, la investigación la lleva a cabo la Fiscalía General de Guerrero, pero están valorando si es necesario mover el caso a la Fiscalía General de México.
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